Volver al pasado
El Sr. Rajoy no acepta “esa España negra que pintan”…
Y sin embargo encontrar algunas analogías entre la España negra de la posguerra y la actual no es cosa descabellada, cada vez hay más similitudes entre las dos. Algunas de las calamidades que vivieron nuestros mayores vuelven a llamar a las puertas de los hogares de esta nuestra actual sociedad y aunque nos parezca exagerado o de un pesimismo excesivo, hoy en día parte de la ciudadanía sufre las mismas dificultades que entonces.
No ha sido baladí conseguir una sociedad moderna y próspera superando aquella España de los años 40 en que la pobreza campaba por el suelo patrio, mayormente por las consecuencias de la guerra. Tampoco fue fácil la consecución de derechos sociales con un franquismo agonizante, ni superar el tópico de las “dos Españas”, recuérdese el cuadro de Goya “Riña a garrotazos” imagen que ilustra la división violenta y la lucha fratricida característica de nuestra historia e idiosincrasia.
Hoy van cayendo en el saco de una remozada oligarquía financiera derechos sociales y laborales, la llamada sociedad del bienestar, en pos del mandato de un capitalismo salvaje y de intereses que desde luego nada tienen que ver con el bienestar del ciudadano común, sino con las abusivas ganancias de las grandes empresas y el monopolio del poder político y financiero.
Si en aquella España mayormente pobre la precariedad de las condiciones laborales, con sueldos paupérrimos y cero derechos laborales, hacía difícil el mantenimiento de la familia, en ésta de hoy, se cuentan por miles las familias desalojadas de sus casas, familias que perteneciendo a una clase media, y no digamos clases menos favorecidas, han perdido sus puestos de trabajo y por ende su jubilación, trabajadores que han visto mermados sus salarios y convenios, avances sociales en constante disminución, recortes en las ayudas a la enseñanza pública y sanidad, etc. Todas estas pérdidas hacen de los españoles actuales un calco de sus abuelos, que aguantaron carros y carretas porque la situación política así lo requería.
En la actualidad, las condiciones laborales, políticas y financieras, en la que leyes escritas al mandato del poder de las naciones más preeminentes y de una derecha en el poder demasiado elitista y poco solidaria, hacen que la precariedad se instale en los hogares españoles, que vuelven a calentarse con braseros y estufas con bombonas. Encontrar padres de familia buscando en la basura, es una imagen que recordamos en blanco y negro pero que también vemos en color. Comedores sociales remedando tarjetas de racionamiento. Revive en España una pobreza crónica de la que las generaciones más jóvenes seguramente ni han oído hablar y con la que tendrán que convivir.
La solución para el remedio de tanta penuria de aquel español desafortunado e inculto, fue la emigración a la que se sumaban dejando a parte de su familia y viajando con aquellas maletas de cartón a cuadros repletas de angustia. Hoy nuestros jóvenes lo hacen con títulos universitarios, seguramente no con menos sentimiento.
La corrupción existente en la posguerra deja en pañales a la que se ha implantado hoy con total descaro por parte de unos y para desamparo de otros. Las señas de identidad de nuestra sociedad se identifican tanto con la corrupción que hoy los ciudadanos sienten la mayor de las desafecciones por la mayoría de los políticos y clases dirigentes, preguntándose qué o quienes les otorgaron “patente de corso”.
La aceptación de aquellas condiciones era irremediable, el estado no permitía la más mínima desviación de cualquier precepto. Aquella España que durante mucho tiempo fue tan gris parecía resignada y sin embargo sus gentes poco a poco fueron cambiando el color de aquel panorama hostil. GRACIAS.
Hoy el consumismo, la comodidad y el miedo a la pérdida de nuestro “status”, quizás también el doloroso recuerdo de la lucha cainita y la supremacía de las clases privilegiadas, podrían sugerir que parte de la sociedad se está amoldando a la pérdida de derechos tan fundamentales como los que la democracia grabó en una Constitución que debe amparar a todos los españoles. La historia nos cuenta que durante la invasión francesa Napoleón, despreciando a los españoles, decía que “España era un Estado muerto, un cadáver” y sin embargo surgió una población llena de coraje y de resistencia.
Cualidades que hoy más que nunca los españoles necesitamos para salir de esta crisis impuesta por el capital. La realidad de una sociedad que no se resigna al detrimento del bien común y de la justicia social y en la que surgen movimientos ciudadanos y nuevas formas de hacer política, que alzan la voz y que se movilizan en apoyo de sus conciudadanos, que no se resignan a convivir con corruptelas y corruptos.
Me permito estas líneas en recuerdo de nuestros abuelos y padres.
“Son unos tristes que andan diciendo por ahí lo mal que van las cosas”.
(Mariano Rajoy, 31 Enero 2015 – Acto de partido en Barcelona)
NINES BARBERO
Pienso, efectivamente, que estamos ante una España negra, pero con la salvedad de que durante más de treinta años hemos podido cambiarla, caminar hacia una sociedad más plural, en la que cupiesen todas las ideologías que respeten la convivencia y entiendan que pensar diferente no es mejor ni peor, es, simplemente, pensar diferente.
Creo que esa oportunidad se ha perdido al no dejarnos el tupido enramaje ver el árbol con una visión amplia, global, no distorsionada. Pretender que todos los males de España los encarna el Partido Popular y la derecha es engañarse, no querer ver la realidad. Claro que el Partido Popular ha hecho muchas cosas mal, empezando por el ERE del Ayuntamiento de Villalba, siguiendo por el llamado «caso «Gurtel», etc, etc.Pero deslegitimarles totalmente es, cuando menos, injusto, además de que pretender cubrir nuestras propias culpas con las de los otros supone no entender qué es lo que ocurre realmente.
Los «asaltos» a los bienes del Estado, es decir, de todos (al menos en teoría), han sido una constante en ese lago tiempo de esta mal entendida democracia. No hace falta más que ver de donde proceden los desfalcadores y desfalcadoras para percatarse de que la podredumbre moral se ha extendido por doquier y, hasta que ha estallado esta durísima crisis, se ha tolerado lo intolerable. Los sindicatos han firmado eres como si fuesen chorros, como si no hubiera trabajadores detrás de esas tragedias, como si no hubiera familias que sufrían lo indecible con ello.
Se hicieron leyes «de derechas» desde la izquierda, eso sí disimulando la autoría detrás de la propaganda y la increencia en lo propio, «sólo son culpables los demas».
Desde luego, si queremos una sociedad mejor ha de cambiarse aterrizando en las circunstancias económicas y sociales reales y tratando de resolver el desaguisado con la mayor justicia, pero dentro de lo real. Las utopías sólo sirven para el mundo de los sueños. El mundo ha cambiado y nosotros hemos de hacerlo sin perder la visión de lo que verdaderamente ocurre.
Entiendo que para que ganen un poco muchos, en la parte de «abajo», hemos de perder algo la mayoría, pero no podemos arriesgar lo poco que hay para ir a «aún menos», que hay que terminar con los sueldos miserables y los deshaucios, pobre gente buscando en la basura y la contemplación de una sociedad que ve atónita cómo se han perdido los derechos, pero cambiarlo es labor de todos, y difícil porque para lograrlo no debemos pensar en revanchas de matiz ideológico ni empujar al país, que está al borde del precipiocio, hacia el peligroso vacío. Unas elecciones generales en las cuales la variedad política ocupe los espacios de poder, puede corregir la situación siempre que sepa manejarla. Los extremismos son peligrosos. Si hay cambio, que éste sea para mejor, tenemos a mucha gente que lo necesita.
QUE HAYA BUENA INTENCION POR PARTE DE TODOS Y SUERTE EN EL ENVITE
Ah, y a los del Partido Popular de Villalba, si alguna vez vuelven a tomar las riendas municipales, que no sean tan inhumanos y tan sectarios. El ere llevado a cabo en la última legislatura en el Ayuntamiento, además de inhumano e injusto ha sido una auténtica indecencia. Por si no se lo creen les he llamado SECTARIOS, lo que ellos llaman continuamente a la izquierda.